lunes, 9 de mayo de 2011

La verdadera relación entre Shoá y sionismo


En estos nefastos días de la cuenta del Omer, conmemoramos el recuerdo de la Shoá y a los caídos en las guerras de supervivencia del Estado de Israel y la Independencia del Estado. Nos hemos acostumbrado a recordar la Shoá con el resurgimiento del Estado de los judíos. Las razones de esta decisión estaban bien claras para aquellos que establecieron el Estado: de Shoá a la Independencia.
Tres años después del fin de la más grande hecatombe de nuestro pueblo se logró nuevamente ser soberanos en nuestra antiquísima tierra de Israel. Como el ave Fénix que muere al empollar su huevo, y de éste renace, así renació nuestro pueblo de las cenizas de los crematorios. Se tomo la decisión de levantar Yad Vashem en una de las colinas de Jerusalén otorgándole el nombre de Har Hazicarón (el monte del Recuerdo) y la colina vecina fue convertida en Har Herzl, el monte de Herzl y cementerio militar, uniendo así el recuerdo de la Shoá con los tremendos sacrificios de sobrevivir en el nuevo Estado de una antiquísima nación.
También si visitamos el museo del kibutz Yad Mordejai, observamos la construcción especial del edificio. Se entra en la planta baja, donde se expone la Shoá y la rebelión de los ghettos y por una espiral ascendente donde se expone la lucha contra los británicos, se llega al piso alto, desde donde observamos la reconstrucción del sitio y batalla de Yad Mordejai en la Guerra de la Independencia; Shoá y el Estado de Israel intrínsecamente unidos. Y así vemos también en la educación de los jóvenes y talleres de estudio de la Shoá en el Ejército. Todo eso está muy bien y no podemos negar la influencia decisiva de la Shoá en la necesidad de establecer el Estado.
Pero esa situación nos crea un nuevo problema. Al convertir la Shoá en el centro de nuestra existencia soberana, estamos creando una ruptura con la continuidad histórica de nuestro pueblo y ayudamos a nuestros enemigos a buscar otro pretexto para negar nuestra existencia nacional. El sionismo fue y es el movimiento de autodeterminación del pueblo judío. El sionismo, el deseo de ser “un pueblo libre en la Tierra de Sión”, es una parte integral del ser judío. Desde el momento que comenzó el galut (exilio) nuestro pueblo rezó y soñó con retornar a la tierra de nuestros ancestros. El movimiento político sionista fue una consecuencia directa del exilio, en el momento adecuado.La necesidad de terminar con el exilio
El visionario del Sionismo político, el Dr. Theodor Herzl, viendo la realidad europea del siglo XIX, llegó a la conclusión que los judíos debemos retornar a nuestra patria; que tal como los polacos, lituanos, checos, húngaros, etc., luchan por su autodeterminación, el pueblo judío debe hacer lo mismo. El vio en el antisemitismo antiguo y moderno la demostración de la necesidad de terminar con el Galut. “Si el mundo dejare tranquilos a los judíos unos 200 años, desaparecerían estos, pero como el antisemitismo no terminará, debemos los judíos abandonar el Galut”, escribió Herzl en 1894.
El antisemitismo nos acompaña desde el principio de nuestra historia en la tierra de Egipto. El odio y la incomprensión de nuestro ser son parte integral de nuestra historia, como bien lo destaco el historiador judeo alemán Isaak Marcus Jost en el año 1845: “Si me piden resumir la historia judía puedo hacerlo en dos palabras: martirologio y creatividad”.Ya en la mitad del siglo XIX escribió estas interesantes palabras, un siglo antes de la Shoá. Debemos basarnos en nuestra historia para entender la necesidad de un Estado soberano, y no justificar nuestro ser nacional en la Shoá. El Sionismo existe de antes de la Shoá. Y veamos una pequeña síntesis de hechos históricos de los últimos 130 años.
A mediados del siglo XIX los rabinos Alcalay (sefardí de los Balcanes) y Mohilever (ashkenazí ruso) llaman a asentarse en la tierra de Israel, en la misma época comienzan los judíos dela ciudad vieja de Jerusalén a fundar nuevos barrios judíos fuera de las murallas y crear nuevas fuentes de trabajo. Se funda Petaj Tikva. En 1882 los Biluim de Rusia y Rumania hacen aliá y fundan Rishon Letzion, Zijron Iaacov, Guedera, etc. En 1897 se realizó el Primer Congreso Sionista en Basilea y en pocos años se crea el Keren Kayemet Leisrael y se comienza a comprar tierras y traer olim para renovar la patria judía.En 1909 se fundan el primer kibutz y la ciudad de Tel Aviv; en 1913 se crea el Tejnión en Haifa. En 1917 Inglaterra reconoce el derecho de los judíos a autodeterminarse en la Tierra de Israel. En 1921 se crea la Histadrut y también el Gran Rabinato Central. En 1925 se establece la Universidad Hebrea. En vísperas de la Segunda Guerra mundial ya había alrededor de 600.000 judíos en Israel; Ben Gurión declara: “Lucharemos junto a los ingleses (contra los nazis) como si no existiera el Libro Blanco (que limitaba la aliá) y lucharemos contra el Libro Blanco como si no existiesen los nazis”.La tremenda trampa
El resto ya lo conocemos: la Shoá, la Independencia, las guerras de supervivencia y una creatividad increíble de nuestro viejo-nuevo pueblo.
Aquí está la tremenda trampa que nuestros viejos y nuevos enemigos nos tienden, y que lamentablemente muchos de los nuestros caen en ella. Negar o minimizar la Shoá, para así deslegitimar al Estado de Israel. Si la Shoá es una exageración o un invento de los judíos, el establecimiento del Estado de Israel a costa de los árabes es ilegal.
Los judíos que se establecieron en Palestina desde el Mandato Británico deben retornar a sus países de origen y dejar a los palestinos autodeterminarse en esta tierra. Así los jerarcas iraníes hablan, así Abu Mazen escribio su doctorado “demostrando” que nada más (!!!) que ochocientos mil judíos “murieron” en la Segunda Guerra Mundíal. Así la periodista Thomas (decana de la prensa en la Casa Blanca) manda a los judíos de vuelta a Alemania y Polonia y exige el establecimiento del Estado palestino en todo el territorio del Mandato Británico.
A todos ellos se les unen el coro de negadores de la Shoá, como continuadores del antisemitismo clásico. Lamentablemente muchos de nuestros hermanos judíos se adhieren a esta barbaridad. Hablé con jóvenes académicos judíos de diversos países y también con no tan jóvenes cuyo interés primordial es asimilarse a las sociedades en las cuales viven, no creen en el pueblo judío y consideran que si no fuera por la Shoá, los sionistas no hubieran expulsados a los palestinos y el mundo estaría mejor.
Y cuando les contesto que el Sionismo es anterior en por lo menos dos generaciones a la Shoá, y que nuestro pueblo siempre deseó retornar a Sión, para la mayoría es una novedad. También hay otros que conocen pero necesitan negar la nacionalidad judía y dejarnos solamente como religión y así justificar su asimilación. Pero los ignorantes y los malvados se coalicionan para deslegitimar a nuestro Estado.
Y la minimización o negación de la Shoá es una necesidad para ellos. Y nosotros colaboramos con esa idea cuando continuamos relacionando Shoá y Estado. Estoy de acuerdo que la Shoá fue el capítulo más espantoso de nuestra historia; debemos estudiarlo y recordar constantemente. Pero la Shoá es el más tremendo eslabón del antisemitismo multimilenario. Demostró definitivamente que Herzl, Nordau, Jaim Weizmann, Ben Gurión y otros tenían razon.
Pero el retorno a Sión comenzó mucho antes de la Shoá y no por ella. Quizás tuvieron razón Abba Eban y Menajem Beguin (dos polos políticos) cuando dijeron que hay que recordar la Shoá junto con Tishá Beav, como parte del largo y tremendo martirologio judío, y festejar Iom Haatzmaut como continuación de la creatividad judía y de la supervivencia de nuestro pueblo.
La eternidad de Israel no miente. Eduquemos y enseñemos toda nuestra hermosa y tremenda historia y eso nos ayudara a inmunizarnos de todos nuestros enemigos, externos e internos.





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